En la mayor parte de los casos, los centros educativos buscan satisfacer
al cliente ofreciendo servicios adicionales: idiomas, actividades
extraescolares, dispositivos electrónicos o algunas comodidades que
ayuden en la ¿conciliación? laboral de las familias. Pero, ¿está el
alumno satisfecho? ¿se le trata como la prioridad del proceso educativo?
¿no postergamos al alumno en función de otros intereses: horarios
laborales de las familias, comodidad de los docentes, electoralismo,
etc.? ¿dedicamos el 99% de nuestro tiempo a que nuestros alumnos
aprendan y vuelvan felices cada jornada escolar?
Aquí.
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