El juego es imprescindible para el desarrollo humano hecho reconocido por diversos autores. Por tanto debería ocupar un lugar importante en el tiempo de aprendizaje del niño/a. Sin embargo observamos “el cogote” de nuestros pequeños mientras realizan las tareas como única interfaz posible ante la amplitud de las mismas.
Pero no sólo el juego, es el problema:
- Representan en fracaso del sistema educativo, que dedica entre 5 y 7 horas diarias a las clases.
- Provocan desigualdades sociales, porque unos padres pueden ayudar a sus hijos en las tareas pagando profesores particulares, y otros no.
- Crean tensiones entre padres e hijos.
- Constituyen un problema para los padres que no pueden salir antes de su trabajo.
¿Pretendemos tenerlos ocupados para no ocuparnos de ellos? ¿Nos creemos que el “trabajo” por sí mismo (mal llamado esfuerzo) es suficiente para provocar aprendizajes que mejoren sus capacidades? ¿Desarrollamos la creatividad en los niños y niñas para que puedan en el futuro solventar problemas de forma creativa y no repitiendo nuestros fallos?
A continuación expongo el artículo de un compañero y amigo que me resultó revelador y que reflexiona muy acertadamente a cerca de este “problema” de nuestros hijos/as.
Artículo. ¿A qué hora me toca ser niño?
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