Durante la jornada escolar no son muchos los momentos en los
que los estudiantes pueden levantarse de sus pupitres, moverse y hacer
ejercicio. De hecho, podrían resumirse en dos: las clases de Educación
Física y el recreo. ¿Es suficiente?
Gracias a ellos, es posible “activar cognitivamente al alumnado, con especial énfasis en la mejora de las funciones ejecutivas”, afirma Juanjo Pérez Soto, autor del blog EFCompetencial, que recomienda realizarlos tras una sesión de unos 45 minutos. En caso de no ser posible, propone hacerlos en un periodo que interrumpa el periodo más largo hasta el recreo o hasta el final de las clases.
Según el ejercicio que se realice, se consiguen una serie de beneficios. Así, la actividad física aeróbica está relacionada con la activación del córtex prefrontal e hipocampo cerebral, lo que conlleva una mejora del rendimiento académico, la atención y la motivación. Si, además, se incluye una actividad cardiovascular, se contribuye a la reducción del sedentarismo, convirtiéndose en un arma eficaz contra la obesidad.
Introducir los descansos activos en el día a día del aula no resulta complicado. Para comenzar, por ejemplo, se puede acudir a vídeos de YouTube en los que se proponen ejercicios y coreografías divertidas y sencillas de realizar. Otra alternativa es el Programa Dame10, impulsado por el Ministerio de…. MECD, que ofrece una serie de actividades motrices relacionadas con contenidos de distintas áreas.
Por su parte, el grupo SAFE (Salud, Actividad Física) de la Universidad de Murcia, está desarrollando un programa de descansos activos donde los ejercicios están dirigidos por docentes que imparten clases de Matemáticas, Lengua y Ciencias. Dentro del programa, el movimiento y el ejercicio físico que se realiza se aprovecha para repasar los conocimientos ya adquiridos. Entre ellos destaca el dibujo de números o letras con los brazos, levantarse o sentarse en la silla por cada sílaba o bailar al ritmo de una canción educativa.
Dicho estudio se llevó a cabo en un colegio de Primaria con muy pocos alumnos siguiendo el entrenamiento HIIT (entrenamientos por intervalos de alta intensidad). Su funcionamiento se desarrolló con una serie de actividades. De entre todas, los expertos destacaron una como la que más impacto causó en el alumnado: el juego ‘Rob de Nest’: durante 30 segundo o un minuto, los estudiantes tenían que correr y recolectar judías en una bolsa numerada. Durante los 30 segundos de descanso, las cuentan y las clasifican por números pares, de mayor a menor, etc.
Después del programa, los investigadores observaron mayor motivación e involucración por parte de los estudiantes a la hora de estudiar Matemáticas. Esto fue debido a que “la práctica de ejercicio físico ‘despierta’ al cerebro activando diferentes áreas relacionadas con el sistema motriz, la capacidad de atención y la inhibición de la impulsividad. Además, al practicar ejercicio oxigenamos este órgano, algo que le hace tomar disposición para la adquisición de cualquier otro aprendizaje”, explica Chema Lázaro, profesor del Máster de Neurodidáctica en la Universidad Rey Juan Carlos.
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Descansos activos entre clases
Para evitar el sedentarismo y fomentar el movimiento de los alumnos, los expertos proponen realizar descansos activos: un periodo de actividad de 3, 5 o 10 minutos que se realiza tras las sesiones de las materias donde lo habitual es estar sentado.Gracias a ellos, es posible “activar cognitivamente al alumnado, con especial énfasis en la mejora de las funciones ejecutivas”, afirma Juanjo Pérez Soto, autor del blog EFCompetencial, que recomienda realizarlos tras una sesión de unos 45 minutos. En caso de no ser posible, propone hacerlos en un periodo que interrumpa el periodo más largo hasta el recreo o hasta el final de las clases.
Según el ejercicio que se realice, se consiguen una serie de beneficios. Así, la actividad física aeróbica está relacionada con la activación del córtex prefrontal e hipocampo cerebral, lo que conlleva una mejora del rendimiento académico, la atención y la motivación. Si, además, se incluye una actividad cardiovascular, se contribuye a la reducción del sedentarismo, convirtiéndose en un arma eficaz contra la obesidad.
¿Cómo aplicar los descansos activos al aula?
Introducir los descansos activos en el día a día del aula no resulta complicado. Para comenzar, por ejemplo, se puede acudir a vídeos de YouTube en los que se proponen ejercicios y coreografías divertidas y sencillas de realizar. Otra alternativa es el Programa Dame10, impulsado por el Ministerio de…. MECD, que ofrece una serie de actividades motrices relacionadas con contenidos de distintas áreas.
Por su parte, el grupo SAFE (Salud, Actividad Física) de la Universidad de Murcia, está desarrollando un programa de descansos activos donde los ejercicios están dirigidos por docentes que imparten clases de Matemáticas, Lengua y Ciencias. Dentro del programa, el movimiento y el ejercicio físico que se realiza se aprovecha para repasar los conocimientos ya adquiridos. Entre ellos destaca el dibujo de números o letras con los brazos, levantarse o sentarse en la silla por cada sílaba o bailar al ritmo de una canción educativa.
También durante las clases
Además de poner en marcha los descansos activos tras las clases, diversos estudios han demostrado los beneficios del movimiento en materias que, a simple vista, pueden ser consideradas como sedentarias. Ejemplo de ello es el estudio realizado por la Universidad de NewCastle), que confirma los beneficios que ofrece la conexión entre cuerpo y mente a través de la unión de las Matemáticas y la Educación Física.Dicho estudio se llevó a cabo en un colegio de Primaria con muy pocos alumnos siguiendo el entrenamiento HIIT (entrenamientos por intervalos de alta intensidad). Su funcionamiento se desarrolló con una serie de actividades. De entre todas, los expertos destacaron una como la que más impacto causó en el alumnado: el juego ‘Rob de Nest’: durante 30 segundo o un minuto, los estudiantes tenían que correr y recolectar judías en una bolsa numerada. Durante los 30 segundos de descanso, las cuentan y las clasifican por números pares, de mayor a menor, etc.
Después del programa, los investigadores observaron mayor motivación e involucración por parte de los estudiantes a la hora de estudiar Matemáticas. Esto fue debido a que “la práctica de ejercicio físico ‘despierta’ al cerebro activando diferentes áreas relacionadas con el sistema motriz, la capacidad de atención y la inhibición de la impulsividad. Además, al practicar ejercicio oxigenamos este órgano, algo que le hace tomar disposición para la adquisición de cualquier otro aprendizaje”, explica Chema Lázaro, profesor del Máster de Neurodidáctica en la Universidad Rey Juan Carlos.
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