A partir de esta información, diversos estudios han tratado de determinar qué tipo de prácticas docentes son las más efectivas (por ejemplo, aquí y aquí). En ellos se suele distinguir fundamentalmente entre las estrategias tradicionales, en las que el profesor actúa como transmisor de conocimientos, encargándose de exponer los contenidos y resolviendo ejercicios o problemas, y un enfoque más moderno, basado en las teorías constructivistas, en el que los alumnos asumen un papel más protagonista, realizando trabajos en grupo, debates en clase o usando las nuevas tecnologías con el propósito de conseguir un mayor grado de implicación en el proceso de aprendizaje. En líneas generales, la evidencia disponible pone de manifiesto que el segundo enfoque no resulta demasiado exitoso, mientras que el primero sí que parece contribuir a aspectos del aprendizaje, como la adquisición de conocimientos y la resolución de problemas.
En la literatura más reciente podemos encontrar un enfoque alternativo que consiste en analizar la efectividad de la cultura docente del centro. Este planteamiento ha sido adoptado en varios informes recientes elaborados por técnicos de la OCDE (aquí y aquí), apoyándose en el hecho de que los profesores de la misma escuela tienden a utilizar estrategias docentes similares e incluso comparten los materiales que utilizan en sus clases. En cierta medida, este planteamiento surge de la necesidad de trabajar a nivel de escuela por las características de la base de datos utilizadas en estos estudios, la denominada TALIS-PISA link, que se obtiene combinando la información disponible sobre el alumnado participante en la prueba de conocimientos PISA 2012 y los profesores que pertenecen a los mismos centros educativos y que fueron encuestados en TALIS 2013.
El procedimiento utilizado para conectar la información disponible en ambas bases de datos no resulta sencillo, tal y como se ha puesto de manifiesto en un estudio publicado recientemente en la revista Studies in Educational Evaluation (aquí), cuyos autores son los investigadores españoles María-Gil Izquierdo (Universidad Autónoma de Madrid) y José Manuel Cordero (Universidad de Extremadura). En este trabajo, además de exponer los principales aspectos técnicos y estadísticos que deben tenerse en cuenta al realizar el proceso de fusión entre las dos bases de datos, se presenta un análisis exploratorio referido al caso español acerca de la incidencia de los diferentes estilos docentes que se ponen en práctica en los centros educativos sobre el rendimiento en matemáticas utilizando para ello distintos índices compuestos que sintetizan la información relativa a las actividades realizadas por los profesores en sus clases. Los resultados obtenidos ponen de manifiesto que en las escuelas en las que los índices presentan mayores valores, esto es, donde los profesores declaran implementar un gran número de estrategias docentes, independientemente de que éstas sean consideradas como clásicas o innovadoras, los estudiantes obtienen peores resultados.
Posteriormente, en otro estudio de los mismos autores publicado en Journal of Policy Modeling (aquí), también referido al caso español pero aplicando un método de estimación más sofisticado, se concluye que el uso intensivo de los métodos de enseñanza tradicionales tiene un efecto positivo sobre el rendimiento académico en matemáticas. Sin embargo, el empleo de técnicas innovadoras nuevamente vuelve a resultar contraproducente. Esta evidencia está en consonancia con los de otro trabajo publicado recientemente en Revista de Educación (aquí), en el que también se trabaja con datos agregados a nivel de centro educativo referidos al sistema educativo español, aunque en este caso proporcionados por PISA 2015, donde por primera vez se incluyó un cuestionario dirigido a los profesores que permitía también recopilar información sobre las estrategias docentes que éstos utilizaban en el aula. Tras estimar diferentes modelos de estimación, la principal conclusión que se deriva del estudio es que la aplicación mayoritaria de estrategias docentes tradicionales contribuye a mejorar significativamente el rendimiento educativo de los alumnos, en este caso ciencias, mientras que el uso de prácticas más innovadoras no parece contribuir a la adquisición de conocimientos.
Estos resultados nos deberían hacer reflexionar acerca de la idoneidad de fomentar el uso de actividades centradas en la figura del estudiante en detrimento de los métodos de aprendizaje más tradicionales que, en la actualidad, constituye una tendencia generalizada en muchos países. Con esto no queremos decir que este tipo de estrategias no sean efectivas para desarrollar otro tipo de competencias de orden superior, como el pensamiento crítico o la toma de decisiones, pero la evidencia empírica parece demostrar que no constituyen la mejor opción si lo que se pretende es mejorar los resultados obtenidos en unas pruebas estandarizadas de conocimientos como son las evaluaciones internacionales o las nacionales introducidas por la legislación vigente para el sistema educativo español.
María Gil Izquierdo (Universidad Autónoma de Madrid)
José Manuel Cordero Ferrera (Universidad de Extremadura)
El INEE no se hace responsable de las afirmaciones aquí expuestas.