Profe,
¿Pero cómo voy a saber evaluar mi aprendizaje?
Alumno de 1º de la ESO
Como escribía en anteriores posts, potenciar la concienciación del aprendizaje del alumnado es un aspecto que quiero mejorar en mi tarea docente, y ya nos hemos puesto manos a la obra. Digo “hemos” porque de nuevo comparto distintos proyectos colaborativos con mis compañeros de departamento virtual @llalmirall y @carleszurita, en los cuales hemos priorizado la concienciación del aprendizaje del alumnado. Es decir, que el alumnado sepa en cada momento qué y cómo está aprendiendo y cómo lo transfiere a su vida cotidiana.
Releyendo a Prensky (2011) en su fantástico libro Enseñando a nativos digitales, observo como la autoevaluación es una evaluación útil e importante puesto que el alumnado la va a utilizar el resto de su vida para regular sus acciones, ser consciente de lo que tiene que mejorar y cómo hacerlo. Si el alumnado depende únicamente de la valoración que realiza el profesorado difícilmente podrá evaluarse el resto de su vida. Prensky (2011) afirma que el alumnado debería interesarse en responder a las preguntas:
¿Estoy mejorando?
¿Estoy aprendiendo?
¿Son mejores mis habilidades?
Durante los primeros días de clase, hemos empezado la 1ª situación de aprendizaje haciendo hincapié sobre la importancia y relevancia de la autoevaluación como herramienta de aprendizaje para el alumnado. Ante la propuesta de autoevaluación, la reacción del alumnado ha sido de sorpresa, angustia y de cierta incomodidad: “Profe: ¿y si nos evalúas tú? ¿No es mejor hacerlo como nos lo han hecho siempre, que sea el profe quien ponga las notas?…” Mi respuesta ha sido contundente: “¿quién mejor que vosotr@s mism@s para saber lo que estáis aprendiendo y cómo?”.
Aprovecho para destacar que me ha impactado la reticencia inicial mostrada por parte del alumnado a autoevaluarse, a empezar a pensar sobre lo que está haciendo, a identificar si aprende y cómo lo hace y a observar qué y cómo transfiere a su vida real los aprendizajes realizados en clase. La situación vivida me ha dado que pensar en la urgencia de potenciar la autoevaluación como herramienta o camino para la concienciación del alumnado sobre su propio aprendizaje.
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¿Pero cómo voy a saber evaluar mi aprendizaje?
Alumno de 1º de la ESO
Como escribía en anteriores posts, potenciar la concienciación del aprendizaje del alumnado es un aspecto que quiero mejorar en mi tarea docente, y ya nos hemos puesto manos a la obra. Digo “hemos” porque de nuevo comparto distintos proyectos colaborativos con mis compañeros de departamento virtual @llalmirall y @carleszurita, en los cuales hemos priorizado la concienciación del aprendizaje del alumnado. Es decir, que el alumnado sepa en cada momento qué y cómo está aprendiendo y cómo lo transfiere a su vida cotidiana.
Releyendo a Prensky (2011) en su fantástico libro Enseñando a nativos digitales, observo como la autoevaluación es una evaluación útil e importante puesto que el alumnado la va a utilizar el resto de su vida para regular sus acciones, ser consciente de lo que tiene que mejorar y cómo hacerlo. Si el alumnado depende únicamente de la valoración que realiza el profesorado difícilmente podrá evaluarse el resto de su vida. Prensky (2011) afirma que el alumnado debería interesarse en responder a las preguntas:
¿Estoy mejorando?
¿Estoy aprendiendo?
¿Son mejores mis habilidades?
Durante los primeros días de clase, hemos empezado la 1ª situación de aprendizaje haciendo hincapié sobre la importancia y relevancia de la autoevaluación como herramienta de aprendizaje para el alumnado. Ante la propuesta de autoevaluación, la reacción del alumnado ha sido de sorpresa, angustia y de cierta incomodidad: “Profe: ¿y si nos evalúas tú? ¿No es mejor hacerlo como nos lo han hecho siempre, que sea el profe quien ponga las notas?…” Mi respuesta ha sido contundente: “¿quién mejor que vosotr@s mism@s para saber lo que estáis aprendiendo y cómo?”.
Aprovecho para destacar que me ha impactado la reticencia inicial mostrada por parte del alumnado a autoevaluarse, a empezar a pensar sobre lo que está haciendo, a identificar si aprende y cómo lo hace y a observar qué y cómo transfiere a su vida real los aprendizajes realizados en clase. La situación vivida me ha dado que pensar en la urgencia de potenciar la autoevaluación como herramienta o camino para la concienciación del alumnado sobre su propio aprendizaje.
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