“¿Qué educación es ésa que habla sobre el mundo en que estamos y calla sobre el mundo que somos?”
Cury (2007, p.35)
En este post quisiera plantear un hecho que viví hace unos días en el
aula y me ha hecho repensar, una vez más, la línea en que estamos
educando.
Estaba en clase de Educación Física con un grupo de 1º de la ESO y
plantee un juego dinámico en que el alumnado tenía que decir en voz alta
a sus compañer@s su mejor valor como persona. Una vez empezado el
juego, y a pesar que el alumnado afirmara que entendía las reglas del
mismo, observé que la mayoría no expresaba su mejor valor. Ante mi
sorpresa, paré la clase, reuní al grupo en círculo y les dije:
“quizás no me haya explicado bien, o quizás no se entienda el concepto de valor”. Les expliqué a qué me refería y les pregunté de nuevo:
“¿sabéis cuál es vuestro mejor valor, el que más destaca en vuestra persona?”… . De repente una alumna, a quien le encanta intervenir y todavía no teme a equivocarse (genial) respondió:
“yo soy orgullosa”. Entonces otro alumno gritó:
“ahhh! de eso se trata, pues mira, yo, soy un vago porque nunca hago los deberes”. De repente gran parte del alumnado se animó a intervenir y alzaba la mano pidiendo turno de palabra. Otra alumna dijo: “
yo acostumbro a decir mentiras”. Durante un largo rato me dediqué a escucharles y les dejé manifestarse sin más. Finalmente les pregunté:
“¿de verdad que todo lo que habéis dicho es el mejor valor de cada un@ de vosotr@s?”… entonces un alumno dijo:
“lo más bueno… profe, qué quieres decir?”…
. A continuación les puse ejemplos de valores positivos y lancé de
nuevo la pregunta y vino nuevamente mi asombro. De forma prácticamente
unánime recibí una sola respuesta:
“no lo sé”.
Tod@s tenemos cosa buenas y aspectos a mejorar les dije. A
continuación, les invité a pensar en si mism@s y a descubrir el valor
positivo que les caracteriza como personas a fin que lo compartieran en
la siguiente sesión.
Esta situación vivida en clase me ha dado que pensar. ¿Estamos
enseñando al alumnado a descubrir los valores positivos que tiene? o
¿sólo le mostramos aquello que no hace bien, que debe mejorar o que no
es capaz de hacer? ¿le estamos dando el espacio, la oportunidad y el
ambiente adecuado para que descubra quién es? o en cambio ¿nos
focalizamos una y otra vez en repetir sus defectos y puntos débiles?…
llegados a este punto me pregunto ¿en qué clase les enseñamos y
potenciamos la autoestima?
Empecemos por comprender su significado. En palabras de
Bisquerra entendemos la autoestima como
“tener una imagen positiva de uno mismo, estar satisfecho de uno mismo y mantener unas buenas relaciones consigo mismo”.
De hecho, el mismo autor sostiene que uno de los efectos de la
educación emocional es la mejora de la autoestima del alumnado. En la
misma línea Pellicer (2011, p.71) define la autoestima como “
la capacidad que ayuda al alumnado a sentir confianza y respeto por él mismo”. Para Branden (1995)
“la autoestima es la reputación que adquirimos de nosotros mismos” y
se fundamenta entorno a dos conceptos: la eficacia personal, la
confianza que tenemos frente a la vida, y el respeto por uno mismo, ser
merecedor de la felicidad. El mismo autor manifiesta que la autoestima
es clave en el proceso vital y para un desarrollo normal y saludable.
En un post de FAROS
Claves para mejorar la autoestima de tus hijos
observo como desde pequeños vamos construyendo nuestra autoestima y la
percepción que tenemos de nosotros mismos mediante las experiencias que
vivimos y los comentarios que recibimos de las personas de nuestro
alrededor, padres, escuela, familiares y amigos.
Además, leyendo a diferentes autores observo la estrecha relación
entre aprendizaje y autoestima. Según Ibarrola (2013) la regulación de
la conducta y el comportamiento del alumnado en un determinado momento
depende de la autoestima que posea, y a su vez, la autoestima repercute
directamente en el rendimiento y el aprendizaje. En la misma línea,
Jiménez (2009) considera que la autoestima es un elemento clave en el
desarrollo de los niños y de ella va a depender que el aprendizaje sea
útil y provechoso. Por ello, garantizar una autoestima alta en el
alumnado es clave si queremos favorecer el aprendizaje, el desarrollo
personal, la responsabilidad, la autonomía, la creatividad, la
comunicación e interacción y la socialización del alumnado.
Ahora bien, volviendo al aula, como docente me cuestiono una vez más el
“cómo”. ¿Cómo hacerlo?, ¿cómo puedo potenciar y desarrollar la autoestima del alumnado en clase?
En un artículo publicado en el diario ABC titulado
Diez acciones para potenciar la autoestima de su hijo
encuentro múltiples propuestas que podemos extrapolar al aula a fin de
desarrollar la autoestima de nuestro alumnado. Por ejemplo:
Potenciar el refuerzo verdadero de forma adecuada sin exagerar.
Ayudar a descubrir las habilidades y capacidades dando el espacio y las oportunidades necesarias para demostrarlas.
Desarrollar la propia imagen corporal.
Fomentar la tolerancia al fracaso.
Valorar y considerar las aportaciones del alumnado.
Mantener una comunicación fluida y mostrar interés por lo que hace.
Ayudarle a plantearse retos y metas a superar.
Fomentar la autonomía personal.
En la misma línea, Jiménez (2009) muestra diferentes posibilidades
para fomentar la autoestima del alumnado como resaltar y considerar las
cosas que hace bien, potenciar la comunicación, ofrecer críticas en un
clima de confianza que permitan la mejora y evitar destacar los aspectos
negativos delante de los demás.
A modo de síntesis de las referencias citadas, muestro 5 formas de potenciar la autoestima de nuestro alumnado en el aula.
Figura 1. Formas de potenciar la autoestima del alumnado.
Finalmente, en respuesta a la pregunta que encabeza el post, está en
nuestras manos potenciar la autoestima de nuestros alumnos en clase ya
que, como afirma Jesús C. Guillén,
“son y deben sentirse importantes” .
Referencias