Aprendiendo de los errores y de los aciertos: llevándolo al aula

Nuestro sistema educativo no está preparado para aprender de los errores. Muy al contrario, se castiga a quien los comete y esta idea se refuerza premiando a los que aciertan.
Esta máxima supongo que funciona para adiestrar a perros, pero no funciona cuando queremos que se produzca aprendizaje en los seres humanos.
Los seres humanos cometemos errores y estos son un método muy eficaz de aprendizaje. Precisamente el trabajo del profesorado es formar a nuestro alumnado para que cuando ejerzan su profesión no cometan errores, desempeñen bien sus competencias e incluso contribuyan a mejorar su profesión. Por tanto, si se pueden cometer errores especialmente sucede mientras las personas estamos en el periodo formativo.
Esta máxima la aplico en todos mis cursos. Enseño a mi alumnado que lo peor que pueden hacer es, precisamente, no hacer nada. Tienen que intentar aplicar el contenido, da igual que lo hagan bien o mal, lo importante es que lo hagan.
Cuando propongo micro-trabajos utilizo primeramente los que están mal y explico la razón de ello, los motivos que han conducido a hacerlo mal, los conceptos no aplicados (o que no han tenido en cuenta) y lo que tendrían que haber aplicado para hacerlo bien. Esto no solo sirve para la persona que lo ha hecho mal, sino que sirve para toda la clase. Este proceso lo realizo con distintos trabajos que estén mal realizados y, por supuesto, con trabajos que estén  bien realizados y casi bien. Además, el proceso es cooperativo, participando el alumnado.
Es cierto que cuando se aplica por primera vez, el alumnado está un poco confuso. Sobre todo los que no han sabido realizar el trabajo, ya que piensan que es mejor decir que no lo han hecho, que decir que no lo saben hacer o incluso que lo han hecho mal. Mi labor es convencerles de que lo que estamos haciendo es aprendizaje y este se hace “andando”, no quedándose inmóvil.
Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, seguramente porque nadie le enseño a aprender del primer tropiezo.

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