Frase educativa.

Todo lo que has aprendido es inútil si no lo usas, y estéril si no lo compartes.”. Gerardo Varela.
"Educar no es otra cosa que enseñar a dudar". Ortega y Gasset.
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo". Benjamín Franklin”


viernes, 20 de noviembre de 2015

EDUCACIÓN CENTRADA EN EL APRENDIZAJE

La educación centrada en el alumno es un paradigma educativo irrenunciable para hacer efectiva la enseñanza que deseamos. Sin embargo, llevamos décadas teorizando sobre la necesidad de virar las enseñanzas hacia el alumnado y no acabamos de transformar en realidad este asunto: la inercia de la costumbre y las asentadas culturas docentes nos atenazan a repetir esquemas gastados e inoperantes.
Hacer posible el cambio implica dar la vuelta a los patrones habituales y  pensar de modo lateral – y creativo – para  desarrollar  modelos disruptivos que generen nuevos esquemas: quizás es esto lo que llamamos innovación. 
Centrar la educación en el alumno implica poner el foco en el aprendizaje
Se trata de ofrecer las riendas al alumnado y hacerle gestor principal y participe activo de su propio aprendizaje. Al soltar el control pareciera que los docentes adoptamos un papel secundario. Lejos de ello, nuestro rol se configura en un quehacer mucho más complejo y tecnificado: orientadores del aprendizaje. 
Dejar de instruir, y convertirnos en guías, nos coloca a los docentes en una posición que supera la acción de explicar y nos sitúa en el infinitivo educar.
Consiste en una actividad mucho más poliédrica, de una posición mucho más trascendente  que los docentes no acabamos de asumir. Para orientar es necesario navegar entre un mar de metodologías, intuir todos los caminos posibles, mediar a través de múltiples recursos.
El cambio radica en representar un papel secundario que, lejos de ser peyorativo, contiene la esencia misma de la profesión docente: modelo y  luz del camino a seguir para adquirir conocimiento.

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