Como docentes, nuestra labor principal debe ser la tender una mano e impulsar y no hundir y que nuestro brazo sea un peso en sentido contrario.
"Te vas a caer, tú no vales para esto".
Se va a caer. No hay más opciones, porque le has hecho creer que no hay más opciones.
Si en lugar de eso le dices:
"Corre, vuela, no te detengas. Si te caes estoy aquí para ayudarte a levantarte"
Tenemos una responsabilidad ineludible como docentes en cómo hablamos a nuestros alumnos, en cómo los tratamos, porque nuestras palabras tienen un poder más grande de lo que nunca hubiéramos imaginado.
Cada día tenemos la opción de cortar las alas de nuestros alumnos hablando del miedo y de la incertidumbre o podemos dejar que nuestras palabras les empujen hacia sus metas confiando en la capacidad infinita que hay dentro de todo ser humano.
Se conoce como Efecto Pigmalión y funciona en cualquier momento de nuestras vidas.
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