Frase educativa.

Todo lo que has aprendido es inútil si no lo usas, y estéril si no lo compartes.”. Gerardo Varela.
"Educar no es otra cosa que enseñar a dudar". Ortega y Gasset.
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo". Benjamín Franklin”


martes, 8 de marzo de 2016

Una invariante pedagógica: el escaso atractivo de las materias escolares


Con independencia de la legislación educativa vigente parece existir una invariante pedagógica que atraviesa el sistema educativo: el escaso atractivo de las materias escolares y el bajo interés mostrado hacia ellas por un amplio sector del alumnado. Tolstoy señalaba que no apreciaba en los niños y las niñas el gusto por la historia en sí. El alumnado sobre todo se sentía atraído por el valor dramático de las narraciones históricas; de este modo, Tolstoy entendía que sólo existe en los niños y las niñas el gusto por el arte.
En nuestras leyes educativas las materias relacionadas con el arte cada vez salen más maltrechas. Craso error, ya que como señalaba  Bernard Shaw “el arte es el espejo mágico hecho para reflejar los sueños invisibles en pinturas visibles. Se emplean los espejos para verse la cara; se emplea el arte para verse el alma”. ¿Quizá nuestros gobernantes estén deseosos de educar a ciudadanos y a ciudadanas  carentes de alma?
Piaget en sus obras La science de l`education y La Psiychologie de l`enfant, escritas en 1935 y 1965 respectivamente, ofrece la sabiduría de la que había hecho acopio durante largos años de observación de los niños. En ambas obras Piaget lamenta el hecho de que muchos maestros estén utilizando métodos arcaicos que obligan a sus estudiantes a estar pasivamente en clases, en las que se suceden de manera inconexa unas materias tras otras, carentes de sentido e irrelevantes. El aprendizaje, lejos de ser interesante y constituir para ellos un desafío, se convierte en una cadena de hechos aburridos completamente divorciados del pensamiento y del sentimiento
Es evidente el desinterés de muchos estudiantes por ciertos planteamientos didácticos o curriculares, centrados más en las exigencias docentes derivadas, a su vez, de las exigencias de la administración, que en las necesidades sentidas por el alumnado. La falta de sintonía entre ambos genera el malestar docente y discente que vicia la atmósfera escolar y desvirtúa el sentido de la educación. Dicho malestar se eleva a los sistemas de apoyo a la escuela (Departamentos de Orientación, Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógico, etc.) que tampoco tienen la varita mágica para resolver un problema escolar de gran calado y de difícil respuesta.
Por lo general a los adultos nos cuesta recordar nuestros largos años de escolarización y el tedio producido por algunas materias escolares que no contemplaban lo realmente importante. Pero ¿qué es lo realmente relevante en educación? Pues que ésta se constituya como una herramienta capaz de ayudar a los niños y a las niñas a comprenderse a sí mismos y al mundo que les rodea.

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